Joel Mayor Lorán Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
En el territorio que ahora abarca Artemisa han surgido campeones y medallistas olímpicos y mundiales, recordistas, glorias deportivas, ídolos de multitudes
Cuentan que a una jovencita artemiseña de 18 años la invitaron a participar en el Campeonato Nacional de tiro con arco de Turquía, solo porque ya estaba en el país, pues había intervenido en el Grand Prix celebrado en la ciudad de Antalya. Y ganó. Así son los deportistas de esta provincia que acaba de nacer: corajudos, certeros.
¡Vaya puntería!
Artemisa unió a su magnífica contribución a las gestas por la libertad de Cuba, un historial deportivo considerable: hay mucha epopeya en cualquiera de sus 11 municipios, desde el occidental Bahía Honda hasta los límites con Mayabeque, en San Antonio de los Baños.
En la flamante capital vive Yaremis Pérez, quien sorprendió a los arqueros de la bella ciudad del Asia Menor con su tino, porque el evento turco sobresale como uno de los más fuertes: sus competidores regresaron de Atlanta, Estados Unidos, con el cuarto lugar en las Olimpiadas.
Pero a una atleta que se tituló campeona cubana entre los juveniles y también entre los mayores, cuando todavía estaba en edad escolar, no habrían de intimidarla. Luego la muchacha fue también Reina de América, en los Panamericanos de Winnipeg, y quebró un récord mundial. En cada torneo, clavó una flecha tras otra en el corazón de los admiradores… de tan endemoniada puntería.
Roberto Castrillo apuntó aun más lejos: intervino en una final olímpica del skeet. Con su escopeta Browning, el guanajayense rompió platos suficientes para conquistar una presea de bronce en la cita estival de Moscú ’80.
Y su coequipero Guillermo Alfredo Torres es, quizás, el deportista que ha permanecido en activo por más tiempo en una selección nacional. Campeón de los Juegos Panamericanos Habana’91, San Antonio siente especial orgullo de su récord del mundo, sin importar cuán efímero resultó; de cualquier modo, colocó al río Ariguanabo en la cima del planeta.
Hasta con los puños
Por supuesto, los nuestros no son diestros solo con las armas; a muchos les basta con las manos, como al Rey Héctor, el Milián de Taco Taco, San Cristóbal, que comandó las justas internacionales de lucha greco de 1990 a 1992, en la división de 100 kilogramos.
Tras coronarse en el mundial juvenil de 1986 y convertirse en monarca indiscutible entre mayores en el Campeonato Mundial de Varna ’91 y en cinco Copas del Mundo, le sobrevino la alegría principal con el oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona’92.
También consiguió preseas de plata en los Mundiales de 1994 y 1995, además de 1999, cuando cedió el oro nada menos que ante el luchador del siglo XX, el ruso Alexander Karelin, invicto por más de una década a todos los niveles. El Rey fue elegido nuestro mejor luchador en esa centuria.
Antes, otro nacido en Guanajay había puesto patas arriba la historia del judo. ¿Un medallista olímpico negro? Héctor Rodríguez no solo puso nombre a la hazaña, sino que subió a lo más alto del podio, en 1976, a despecho de los creadores de esta disciplina.
Idalis Ortiz, de Candelaria, es el legado más reciente de aquella osadía. La titular olímpica en los Juegos de Londres 2012 y campeona mundial en Río de Janeiro 2013 también lidera el ranking del orbe con sobrada diferencia y ha ganado infinidad de medallas en diversos torneos como Grand Slam, Grand Prix y World Masters.
Por si no bastara, la morenita fue seleccionada en 2012 y 2013 como la Mejor Atleta del Año en Cuba.
Mientras, otros bravos como Pablo Romero y Orestes Solano, naturales de Bahía Honda, usaron los puños para que este país de apenas 11 millones de habitantes fuera respetado en Europa, Estados Unidos y dondequiera que un cuadrilátero nos retara.
¿Quién dijo que el tamaño determina? William Vargas probó que 54 kilogramos bastan para levantar a un pueblo de sus asientos. Caimito y toda una nación cargaron las pesas junto con él cuando hizo añicos el récord del mundo.
Otro municipio que conoce bien las mieles de la gloria es Mariel. Una hija ilustre de su geografía lleva con honor la singular distinción que consiste en ser llamada “espectacular morena del Caribe”: Lily Izquierdo pertenece a la generación de temibles voleibolistas criollas que cosecharon todo el oro olímpico de una década, en Barcelona, Atlanta y Sydney.
¿Jonrones o ponches?
Por la voluntad del Estado, la dedicación de los entrenadores y la tenacidad de niños, jóvenes y adultos amantes del deporte, en este archipiélago la pasión late sobre el taraflex, la grama de los estadios, las pistas…
Y si Bahía Honda y San Cristóbal disputan el reinado de las carreteras en la mayor de las Antillas, con ases como Eduardo Alonso (seis veces Campeón de la Vuelta Ciclística a Cuba) y Pedro Pablo Pérez (con cinco coronas), tocó a los lanzadores del otrora oeste de La Habana imponer silencio a los bates de San Antonio a Maisí.
Tiempo atrás Bahía tuvo a cinco grandes en el equipo Cuba de béisbol, entre ellos al Señor Pelotero: Luis Giraldo Casanova es considerado casi unánimemente por especialistas y aficionados como el mejor pelotero que haya pasado por el béisbol cubano en los últimos 40 años.
Ganó la triple corona ofensiva en la Copa Mundial de Edmonton en 1981. Muchos scouts de Grandes Ligas lo comparan con Roberto Clemente, el latinoamericano más destacado en ese béisbol, miembro del Salón de la Fama.
El legendario número 14 conjugó tacto y fuerza. Compiló average de 322 de por vida, con 312 jonrones y 569 de slugging. Despachó cuadrangulares hasta pasado de copas.
Más adelante, llegó la época en que el team Cuba colgaba de los brazos de nuestros astros del box: Yulieski González (de Alquízar), Jonder Martínez (de Mariel) y el ya fallecido Yadier Pedroso (de Artemisa).
Muchas historias han quedado en el tintero, porque mucho hay que contar, de monarcas por doquier; de La Bombonera de San Cristóbal, donde pervive el fútbol; de los basketbolistas terceros en la Liga Superior de Baloncesto; de las proezas del badminton, las canoas, el atletismo y el tenis; de tantos héroes anónimos detrás de cada medalla.
Cuando Nancy Uranga y todo aquel equipo de esgrima fueron víctimas del crimen de Barbados, sus aceros no cayeron, siguen asestando estocadas y conquistando triunfos. Ahora esta es tierra de campeones y reyes.
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