Eduardo Abela (1889-1965) es un ejemplo fantástico de cómo se puede sortear la censura y no perder intensidad en la sátira y en la crítica a un poder establecido de forma ilegítima. Abela es más conocido en Cuba por su personaje “el Bobo” que por haber sido un reputado pintor, de obra extensa, que trabajó la temática cubana, la búsqueda de una identidad nacional a través de la pintura. Pero se le conoce más por su personaje de “el Bobo” que apareció en 1926 por primera vez y se prolongó (con algunas interrupciones) hasta mayo de 1934, un año después de la caída del dictador Machado, que se ve forzado a abandonar el país el 12 de agosto de 1933 ante la gravísima crisis económica, la intensidad de los ataques revolucionarios y la retirada del apoyo estadounidense. Poco después vendría otro de nombre Batista y peor recuerdo. Y luego la revolución y vuelta a empezar.
El personaje del Bobo proviene de los tiempos de la colonia, de 1895 cuando “se publica en La Habana el Semanario El Bobo, en el cual los artículos vienen firmados “El Bobo de Batabanó”, “El Bobo de la yuca”, “El Bobo de Babieca”. La popularidad de estos personajes llega hasta la década de 1940 con la conocida guaracha El Bobo de la yuca.” (Adelaida de Juan, 1999).Si algo distinguía las viñetas de “El Bobo” de otras aparecidas con anterioridad como las de “Liborio” o posteriores como las de “El Loquito”, fue la riquísima simbología que permitía por un lado eludir la censura (aunque no siempre, ya que fue vetada su aparición en varias ocasiones) y conectar con la masa social que veía en “El Bobo” un altavoz con el que expresar sus frustraciones y anhelos con relación a la dictadura de Machado.En las viñetas de “El Bobo” aparece generalmente el personaje principal con un interlocutor (el ahijado y el profesor), comentando las más veces hechos de actualidad en los que se introducía la sátira. Entre los símbolos más usados está “la bola” como representación de “la mentira” que le cuentan al pueblo cubano, pero que éste no se la cree, no la traga y por esa razón “El Bobo” lleva siempre “bufanda”, prenda que sirve para proteger la garganta del frío, especialmente cuando alguien tiene problemas para tragar (las bolas, claro). Otro de los símbolos más utilizados por Abela era el de “la vela” encendida al santo, que según en qué posición (erguida, ladeada, caída) y tamaño significaba los éxitos o derrotas de los movimientos revolucionarios de oposición a Machado. La vela encendida suponía una petición a un santo (la salida de Machado). Y así se sucedían los símbolos que la gente de a pie reconocía como la banderita que “El Bobo” llevaba como representación de la unidad nacional (frente a Machado).Las viñetas de “El Bobo” de Abela funcionaron a modo de mensaje codificado que buscaba sortear la censura imperante y llegar al receptor sin haber perdido la carga ideológica que se pretendía. Fruto de un período específico, una vez Machado huyó del país “El Bobo” hubo de desaparecer también. Durante el casi 1 año que duraron las viñetas de “El Bobo”, desde la salida de Machado hasta mayo de 1934, se sucedieron fórmulas de gobierno, golpes de estado, derrocamientos, etc, etc. Abela acusó un profundo cansancio, una desilusión que le llevó a terminar con su personaje e incluso salir de Cuba con un cargo en el consulado cubano de Milán.
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